¿Para qué enseñamos? ¿Para qué están las escuelas? ¿Y cuál es nuestro rol?, se preguntan hoy Marcela Mohammad Jiménez y Christopher Riquelme Salinas, quienes estudiaron la carrera de Educación Especial/Diferencial en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Sus caminos profesionales se unieron en torno a los lenguajes artísticos y la educación, donde desarrollan interesantes iniciativas desde la cooperativa de trabajo de acción pedagógica Di-versos, donde uno de sus principios fundamentales es que “la labor pedagógica aportará a la justicia social, si contribuye a que los y las aprendices, logren sentirse como legítimos aprendices”.

Actualmente Marcela Mohammad, que también es diseñadora gráfica de profesión, es presidenta (s) de Di-versos, realiza docencia universitaria y se desempeña en el área psicoeducativa en el colegio Altazor de Concón. En Di-versos coordina la línea de lenguajes artísticos en y para la diversidad.

Christopher Riquelme, mediante Becas Chile-ANID, se encuentra realizando un Máster en Educación Artística y Arteterapia para la Inclusión Social en la Universidad Complutense de Madrid, España; desarrolla su práctica en el museo Cerralbo de Madrid, y es becario del Foro Iberoamericano de Arteterapia (AFIA), asociación de profesionales y amigos de la Arteterapia, creada para ayudar a regular la práctica.

Seres creativos por esencia

Para Marcela los seres humanos somos creativos por esencia, por lo cual el acceso y oportunidades de vincularse a las artes y los lenguajes artísticos deben vivirse como un derecho.

Sin embargo, a su juicio, vivimos en una sociedad que niega este derecho y se coartan dichos procesos expresivos.  Este derecho negado se manifiesta, por ejemplo, en las escasas horas de Arte dentro del curriculum.

Según Chris, la negación de este derecho a formas genuinas de expresión incide en lo que sucede en el aula, donde no se pone en común lo propio y genuino, vinculado a procesos identitarios.

“La escuela se ha encasillado en asignaturas o cajitas de curriculum”, reflexiona Chris, quien considera que crear es ser capaz de decidir. “¿Vamos a replicar obras o desarrollar experiencias y competencias?”, cuestiona y agrega que “los lenguajes artísticos aportan a la construcción de identidades diversas y genuinas”.

Proyectos comunes

Hoy en día Chris y Marcela desarrollan dos interesantes proyectos en el contexto del trabajo de Di-versos. Uno de ellos es “Constelaciones Pedagógicas”, un ciclo de artes exploratorias para profesoras/es de aula de carácter gratuito, patrocinado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

En medio del quehacer de Di-versos, se detecta la necesidad de espacios de escucha y reconocimiento al profesorado, y la relevancia de no sobre intelectualizar los procesos emocionales. Así nace “Constelaciones Pedagógicas”.

El programa se efectúa desde el año 2018 y es considerado un espacio de “resistencia” que ha ido ganando terreno a nivel institucional.

Por otra parte, está “Aires libres”, un proyecto de investigación pedagógica junto al Instituto Pedagógico de Bariloche, cuyos temas centrales son los lenguajes exploratorios artísticos para personas con diversidad funcional vinculado a la autodeterminación.

El trabajo se realiza junto a Analía Palacios y Mercedez Gómez, y se proyectan acciones colaborativas entre Chile, Argentina y España. Prontamente publicarán un artículo académico.

Un sistema en crisis

La alta deserción de profesores del sistema público de educación, el aumento de licencias médicas en las escuelas y una deserción escolar que se inicia en cuarto básico preocupan a Marcela, quien cree que es reflejo de la necesidad de que la escuela sea un espacio de acogida, validación y reconocimiento para sus integrantes.

“Estamos en una sociedad craquelada por la indiferencia y sin reconocimiento de desigualdades, donde existe un sistema público de Educación donde asiste el 70% de la población, que está en el 80% más vulnerable, y que no tiene acceso a artes, naturaleza, calidad de vida, y además es obligatoria. La Educación Especial debería decir algo”, señala Marcela Mohammad.

“Es necesario ver la oscuridad del sistema, para ver sus fisuras y márgenes”, reflexiona Chris y hace un llamado a poner un “ojo gigante en la salud mental”, que esa sea la prioridad, “el currículum tendrá que esperar un rato”.

¿Posibles vías de solución? El arte desde una perspectiva exploratoria, transversalidad, vínculo con la naturaleza y énfasis en la calidad de vida. “Que la arteterapia, la educación cívica y la naturaleza entren al aula”, proponen.

Asimismo, Chris añade la importancia que dentro de la comunidad educativa se vivan procesos terapéuticos, de autocuidado, bienestar y desarrollo personal para sus integrantes.

Rol del/la Educador/a Especial

En este contexto, ¿cómo está siendo y cuál debería ser el rol del educador/a especial?

Marcela y Chris coinciden en que el rol del educador especial/diferencial se ha convertido en una especie de paradas de pits que se ejecutan en Fórmula 1, donde las/os educadoras/es especiales/diferenciales actúan como esos pits para “reparar” y que se continúe corriendo a cierta velocidad.

“Hay una mirada patologizante y clínica sobre nuestra labor” problematiza Marcela, que se vincula a una crisis identitaria en que la formación inicial y los gremios al interior de las escuelas deben hacerse cargo, dice.

Chris considera que al instrumentalizar dicho rol se pierde la relación pedagógica, por lo que es preciso que el abordaje académico sea acompañado por la acción.

“Hoy se necesitan espacios de participación genuina (…) Hay que re-integrar la posibilidad de conversar”, acota Marcela.

¿Un mensaje a las/os estudiantes de Educación Especial PUCV? “Siempre miren más allá, busquen nuevos caminos y rutas. Además de lo que entrega la Universidad, busquen sus propios caminos. Siempre es posible esa experimentación”, responde Chris.